PRESUPUESTO Y MAS
Blog donde se informa la evolución de los gastos en el Presupuesto de la Administarción Nacional
lunes, 15 de junio de 2020
domingo, 14 de junio de 2020
viernes, 7 de agosto de 2015
martes, 28 de julio de 2015
La pobreza en Mississippi la miden por el acceso a Internet
jueves, 19 de diciembre de 2013
Los cierres de ejercicio y el uso de los recursos públicos. 2012
miércoles, 23 de marzo de 2011
Alexandros, Abe & Ike
La historia está llena de personajes que se han visto involucrados en sucesos extraordinarios que de alguna manera han cambiado el curso de la historia que les tocó vivir. Alejandro Magno, Abraham Lincoln y Dwight D. Eisenhower no fueron, por cierto, los únicos en dejar sus huellas bien marcadas en el devenir de la humanidad, pero fueron sí, privilegiados en formar parte de ese grupo. Por eso su recuerdo, que es subjetivo, y que no intenta hacerlos sobresalir por sobre otros.
Si pudieran mantener un diálogo entre sí, estarían de acuerdo en que sus éxitos estuvieron basados en una fuerte convicción y en que ninguno dejó nada librado al azar para lograrlo. En los tres casos, el costo que debieron pagar por alcanzar sus objetivos fue alto. No obstante, lograron mantener la firmeza necesaria para que sus actos dejaran en la humanidad marcas imborrables. Esto sólo lo hacen muy pocos; lo hacen los estadistas. Tienen en común que actuaron bajo tres premisas básicas: el deber, el honor y la patria.
Alejandro se vio desde pequeño involucrado en una educación especial y bajo un ambiente en que nada le faltaba. Hijo de un Rey victorioso, no supo de falencias en su niñez y adolescencia. Pocos han tenido el privilegio de tener a Aristóteles como maestro particular y a la vez las enseñanzas mezcladas con hazañas de un padre que le transmitió como objetivo derrotar a los “bárbaros” persas, amenaza continua para su reino y para su hegemonía. Fue educado para convertirse en Rey y para defender esa posición como Filipo lo había hecho. Jamás nadie imaginó que, con Alejandro, los macedonios estaban creando algo más que eso. La diferencia fue el hecho de que no basta educarse de tal o cual forma o pertenecer a tal o cual clase social para alcanzar la altura que unos pocos logran.
Es evidente que el entorno ayudó a Alejandro a ser lo que fue, pero sin su genialidad, su forma diferente de ver las cosas y su encomiable tozudez en avanzar hacia el destino que él mismo se impuso, no lo hubiera logrado. Su capacidad para diseñar estrategias, para delinear planes de acción, para leer la mente de sus oponentes y para llevar a cabo esos planes, lo hicieron invencible. Lo transformaron a tempranísima edad en un estadista. Supo escuchar a quienes lo rodeaban íntimamente, pero dejó bien en claro quién tomaba las decisiones y por qué lo hacía. Llegó a conquistar tierras que iban mucho más allá de lo previsible. Sólo se detuvo cuando sus soldados le pidieron a la vera del Río Indo, después de más de una década de guerras y conquistas, volver a sus casas. La épica conquista había llegado a su fin.
Alejandro había dado lo mejor de su existencia para ello, renunciando a la vida más placentera que su reinado le ofrecía. Regresando a su patria, murió a los 33 años en Babilonia: un adivino le había predicho tiempo antes que si entraba allí, nunca mas saldría con vida. Tuvo convicción y supo ejercer los poderes que le habían sido otorgados. Cumplió acabadamente con lo que él creyó que era lo mejor para su patria y en ese entonces para la humanidad. Fue un héroe.
Lincoln a diferencia de Alejandro, era un hombre de clase media baja nacido en un rancho en el Estado de Kentucky. Sin demasiados recursos, decidió que debía ser abogado, y así se lo impuso. Fue un lector casi tan enorme como su tamaño físico. Adquirió los conocimientos del derecho por su propia cuenta y ejerció la profesión en el Estado de Illinois, a donde se había radicado a los 22 años. Junto con sus asociados definió un circuito que recorría a caballo para prestar sus servicios a quienes los necesitaran. Precisaba estar en contacto con la gente. Su formación se inclinaba claramente hacia el lado de la justicia y de la igualdad. Sumaba conocimientos día a día y con ellos, el sentimiento de la libertad para todos los habitantes de su tierra se incrementaba drásticamente. Su máxima ambición, dijo, fue ser recordado por haber hecho algo útil.
Se interesó en la política pues intuyó que era allí donde debería librar la batalla para la que se estaba preparando. En la política tuvo altibajos, éxitos y decepciones… cómo no tenerlas. Ya se percibía como un luchador incansable contra la esclavitud reinante y eso lo mantenía también en la lucha por el poder. La inactividad del Presidente Buchanan fue lo que lo llevó a postularse como candidato Republicano a la presidencia de los Estados Unidos. Ya tenía en mente cual era su objetivo y no iba a abandonarlo hasta que lo consiguiera. Su gran preocupación era saber si viviría para verlo. Su campaña se basó en poner fin a la esclavitud y ganó la presidencia. Tan grande fue la oposición de los Estados del Sur, que a los pocos meses de asumir se desató una sangrienta y larga guerra civil, que se prolongó por todo su primer presidencia y continuó durante el principio de la segunda. En los Estados Confederados del sur ya había otro presidente en ejercicio y el presidente Lincoln, más que nunca estaba convencido de dos cosas: que no sólo debía combatir la esclavitud, sino también mantener
A Lincoln le hubiera servido tener una línea directa con Alejandro, ya que no encontraba entre sus generales a la persona adecuada para llevar adelante semejante tarea. Alguien que tuviera su misma convicción montando un plan que lograra que se cumpliesen sus dos objetivos fundamentales. Pero la línea con Alejandro no existía y debió recurrir al sistemático cambio de comandantes hasta dar con Ulysses Grant. ¿Se habrán conectado los militares? El hecho es que tras la victoria de Grant sobre Lee, que comandaba a los confederados del sur, cesó la guerra y se salvó la unión.
Cuando estaba listo para regalar más de su capacidad, de su brillante inteligencia, de su liderazgo, un ladronzuelo devenido en actor truncó su vida mientras miraba una obra de teatro. Estaba claro que Lincoln había sido el elegido para cumplir con una noble misión. Y así fue. Una vez más la historia nos deja un héroe, un estadista. Quien sabe si el mismo pudo medir la grandeza de su paso por esta vida. Las generaciones que lo sucedieron pudieron disfrutar de los beneficios de la libertad. Las más de las veces las cosas sencillas son las más contundentes. En el monumento que recuerda su memoria, una sencilla frase resume el sentimiento de los pueblos libres: “En este templo, así como en el corazón de todos aquellos para quienes ha salvado la unión, la memoria de Abraham Lincoln será guardada por siempre”.
Dwigth D. Eisenhower de alguna manera corrió con ventaja, pues Alejandro y Abe estaban allí para guiarlo. Pero no fue fácil para él ver tanta sangre derramada en aras de la libertad. Tal vez no tuvo a temprana edad, como Alejandro ni en menor escala como Lincoln, un perfil tan definido acerca de su misión en el mundo. Pero algo sí tenía claro este hombre de clase baja, sobre cuyos ejes forjó sus actos: un gran sentido del deber, del honor y un profundo amor a
Debió enfrentarse no sólo con sus colegas de los países aliados, sino con los políticos gobernantes, que en algunos casos mostraron una mezquina visión que entorpecía el accionar militar. Eisenhower ejerció sus dotes en el arte de la política y la diplomacia. El, más que nadie, supo que para derrotar al enemigo en el campo de batalla, la cohesión política, económica y diplomática de los países aliados debía ser perfecta. Sus superiores en EEUU le llamaron la atención y le pidieron que hiciera foco en el área militar. Pero ellos no estaban a cargo. Los disparos venían de todas partes y Ike estaba allí para defender la libertad. Allí logró su primer gran victoria, al derrotar a los ejércitos del Eje en el norte de Africa, en el transcurso de
El comandante supremo tenia una muy singular visión del liderazgo. Era para él esencial la idea del trabajo en equipos cuyos integrantes, sostenía, debían ser minuciosamente seleccionados y entrenados para trabajar en conjunto, cada uno haciendo su tarea, manteniendo un espíritu de unión, alta moral y un convencimiento inequívoco en cuanto al objetivo a cumplir, que era la victoria. Un líder no necesita sólo ganarse el afecto y el respeto de sus seguidores: debe conseguir que lo sigan a donde quiera que vaya. Le escribió a su hijo, que un líder no nace sino que se hace, que el liderazgo es fruto del estudio y la reflexión, que la sola idea de poner un grupo de personas a trabajar porque así lo indique un lider, no basta, sino que es necesario que el grupo tenga el deseo de querer hacerlo por su jefe. Eisenhower logró todo esto, porque a su pesar, el don del liderazgo le era innato.
viernes, 3 de diciembre de 2010
El bienestar del pueblo y las ideologías
La forma de medir el bienestar de un pueblo tiene aspectos objetivos y subjetivos. Los primeros son aquellos que pueden medirse como el ingreso total, el ingreso per capita, la producción y la riqueza acumulada. Aunque se trate de promedios, a los efectos de poder ser comparados con otros pueblos, son válidos para medir unos y otros. Los aspectos subjetivos que hacen a la felicidad de los pueblos por vivir como están viviendo y por gozar de lo que gozan, son más difíciles de medir.
Como ejemplo extremo no podemos afirmar con certezas empíricas que un pueblo de África meridional que vive en tribu, sin ningún tipo de adelantos ni científicos ni técnicos sea más feliz que el pueblo de la Ciudad de Nueva York o de Buenos Aires.
Pero en medio de ellos hay infinidad de matices que si hacen comparables distintos pueblos y sobre todo es más válida la comparación entre pueblos de similares características históricas, étnicas y religiosas. Es posible que un sufrido pueblo chino se manifieste con mayor bienestar, aun con menos riqueza, que cualquier pueblo occidental.
Vamos a tratar de comparar dos pueblos occidentales con similar historia, similar nacimiento, similar uso de los factores de la producción. Tal vez la diferencia sea que unos estuvieron más convencidos que otros sobre el camino que se debe recorrer para alcanzar una prosperidad relativa mayor. Hubo ideología de por medio, en ambas partes. Se trata de la Argentina y los Estados Unidos.
Si bien se podrá pensar que no es válido comparar la riqueza de los Estados Unidos con la de Argentina, hagamos un ejercicio que nos permita reflexionar sobre porqué estamos tan detrás de ese pueblo. Sólo se necesitan algunas políticas de estado, es decir aquellas que nadie discuta en el largo plazo. Tal vez nos asombren estas comparaciones.
Comparar el PBI norteamericano con el nuestro no tiene demasiada gracia: Son 14 billones seiscientos mil millones de dólares de 2009 (ellos le dicen trillones) contra 320 mil millones de Argentina, unas 41 veces más. Si medimos su territorio, el nuestro es 3.5 veces más pequeño y la población norteamericana es apenas 7.6 veces mayor que los supuestos 40 millones que el nuevo censo dará a conocer. Comparemos los 48 mil dólares de ingreso por habitante contra 8 mil en Argentina: un país que es 3.5 veces más grande y que su población es 7,6 veces mayor que la Argentina, tiene un ingreso por habitante 6 veces mayor. Ya nos empezamos a molestar. No es que ellos tengan la ventaja de haber arrancado en 1778 y nosotros en 1816. Ellos dirimieron su último gran conflicto interno de características graves cuando termino la Guerra Civil en 1865. Los argentinos no parece que hayamos zanjado este tipo de heridas en la actualidad.
Hay más para meditar si hacemos comparaciones con algunos estados. El PBI de Argentina es menor que el PBI del Estado de Virginia o que el Estado de Massachussets. Virginia tiene 5 veces menos población que la Argentina y su territorio es 27 veces menor. Massachussets tiene una población 6 veces menor y su territorio es 135 veces más pequeño. ¿Tanta distancia nos llevan los pobladores de Massachussets? Una comparación similar es con el Estado de Georgia que también nos supera. Estados como California que con similar población y un territorio 7 veces menor, más que cuadruplica en PBI al argentino; y Texas con 24 millones de habitantes y un territorio 4 veces menor es 3 veces más poderoso que Argentina. Texas tiene 33.000 km 2 de territorio apto para agricultura; Argentina más de 290.000 km2.
Trece estados norteamericanos superan cada uno de ellos al PBI argentino. Son: California, Nueva York, Virginia, Nueva Jersey, Massachussets, Florida, Georgia, Illinois, Michigan, Carolina del Norte, Ohio y Pensylvania. El promedio de población de todos estos estados es de 14.5 millones y el promedio de km2 es de 175.000 km2. Si sacamos del cálculo a California, Texas e Illinois, la superficie cultivable del resto de los estados mencionados es igual a la de Argentina.
El PBI de Nueva Jersey con 19.200 km2 y con casi 9 millones de habitantes supera al de la Argentina por 120.000 millones de dólares. Pensilvania supera los 500.000 millones de PBI con 12,6 millones de habitantes y 116.000 km2.
Producir riqueza ¿tendrá que ver con lo ideológico?. O ¿nos faltan recursos?
Veamos más comparaciones no ya con estados súper ricos o de mayor historia. Comparemos con el corazón norteamericano, esos estados de trabajo, más nuevos y conservadores en su esencia.
En el sur Alabama, Missisipi y Louisianna tienen en conjunto 12.2 millones de habitantes y el 13% del territorio argentino: su PBI es de 404.000 millones, 80.000 más que Argentina. Su ingreso per capita es de 33.000 dólares comparados con los 8.000 de Argentina.
En el centro, Arkansas, Indiana, Iowa Kansas y Kentucky tienen en conjunto un PBI de 666.000 millones de dólares. De esos Indiana y Iowa tienen el mismo PBI que Argentina y su población es de 9.4 millones. Kansas Kentucky y Arkansas tienen en conjunto 18.000 millones más que Argentina y su población es de 10 millones. El territorio de lo 5 estados es el 25% del de Argentina. Por su parte Missouri con casi 6 millones de habitantes tiene un PBI de 220.000 millones con una superficie que no alcanza al 7% del territorio argentino.
En el Norte: Wisconsin, Minessota, Dakota del Norte y del Sur, Nebraska, Wyoming y Montana, con 16 millones de habitantes y el 56% del territorio argentino tienen casi el doble de PBI 610 mil millones. Tenemos un PBI similar a Minessota, Montana y Nebraska cuya población es de 8 millones de habitantes. ¿Tienen esos estados más riqueza natural que nuestro país?
En el Sur oeste, Utha, Nuevo Mexico, Arizona y Colorado tienen el equivalente al 40% de nuestro territorio, una población de 16 millones de habitantes y un PBI de 578.000 millones. Hay que conocer estos estados para darse cuenta de su aridez y lo mucho que producen.
Uno se puede preguntar por el modelo. ¿Cual es el modelo de impuestos que se cobran en esos estados?. ¿Cual es el modelo de riqueza, cual es la estrategia de largo plazo?, ¿se pagan subsidios a la electricidad y al transporte?. ¿Hay planes trabajar?. No es acaso la economía norteamericana la más endeudada del mundo?. Entonces no es eso. ¿Hay piquetes? Porque derecho de huelga si hay. ¿Hay retenciones e impuesto al cheque? ¿Hay intenciones de subir el impuesto al trabajo para mejorar la distribución de la riqueza de los empresarios ricos al pueblo trabajador?
Hay un enorme convencimiento de que las reglas básicas deben perdurar en el tiempo; en que para que sea necesario mejorar no basta con mentir en dos o tres cifras; en crecer generando empleo y no amuchando cifras; desde 1865 que compiten entre sí para generar riqueza, desde los estados más pobres hasta los más ricos, sin recibir nada que no corresponda del gobierno central. Recuérdese que una de las hiperinflaciones más virulentas de la historia económica mundial la sufrió el bando confederado del sur por el solo hecho de financiar la guerra con emisión de moneda. De todo eso se sale. Solo falta la determinación.
Miremos con vergüenza esos comportamientos. No hay razón para que Argentina no sea al menos la mitad de lo que es Texas, y eso sería duplicar lo que somos. Esta bien, Texas tiene petróleo, que nosotros también supimos tener. Seamos entonces como Illinois solamente y habremos mejorado un 70%. En cualquier punto del país que uno se encuentre se da cuenta de que hay recursos naturales y humanos para lograr esos objetivos, desde el desierto de Mendoza hasta el vergel de Pergamino. Desde las piedras del Calafate hasta el chaco salteño. Es posible.







